Wednesday, October 12, 2016

Mi Cuba - La calle

El pastel de guayaba. El rico y caliente pastel de guayaba. Olor a petróleo de 10 pesos al litro por la izquierda, que se pega a la ropa y sublima los perfumes baratos de jineteras aburridas en las esquinas. Personas abrazadas en el Malecón miran al cartel “Viva Fidel", recién puesto en honor de su 90 cumpleaños, o tal vez buscan, en el horizonte turquesa, la orilla de la Florida, sinónimo de esperanza de renovación, familias divididas y sueños prohibidos. Oye linda, tú culo no le da razón a Niuton... y quién sería ese loco? Una timba de Habana D’ Primera llena la calle, desafiando el ruido asordante de los motores diésel de los años 80. Ayer un turista me dijo que en Europa tienen problemas con la capa del ozono, te imaginas si en Cuba eso fuera un problema de verdad? Las cajitas blancas de plancha’o pasan de mano en mano, desafiando la inmovilidad del tiempo cubano con una leve borrachera permanente. Galletas y palitroques, calidad especial, aiii cualitiii. Músicos talentosos dispensan momentos de fácil felicidad a turistas ansiosos de escuchar una vez más la canción del Che. Éste es tiempo virtuoso y hay que fundirse en él. La compañera de la vigilancia del CDR anota en una libreta escolar lo que fulano lleva en una jaba demasiado cargada por ser en sintonía con los valores de unidad, austeridad y altruismo propios del comunismo caribeño. Psss... Quieres tarjetas a tres fula la hora? Fichas de dominó son lanzadas con tremenda guapería en banquitos ubicados en el medio de la calle. Si preguntaste o averiguaste por mi, ahora estoy mejor que nuncaaaa. Para hacerse la platica un viejo curco recoge latas de Tú Kola, versión anti imperialista y azucarada de la Coca Cola, además de ser ingrediente fundamental para un verdadero Cuba Libre. Maní, maniiií... Gente al lado de la calle hace señas misteriosas para alguien que no se haya nunca subido a un almendrón. Socialismo o muerte. 

Despedirse de Cuba yendo al aeropuerto en un Chevrolet convertible del 56 es una emoción única. No por qué el convertible sea un carro bonito, o por qué dé a los chismosos material para empezar sus rituales diarios. Es única por qué, una vez más, tal vez la última para un tiempito largo, uno de puede conectar con la calle cubana y bañarse en su alma. No hay ventanas que te separen de la calle, no hay distinción de temperatura como entre el microclima polar que se encuentra en los taxis del estado y el calor tropical de afuera, no hay barreras que limiten él sonido... Tú ERES la calle. Claro, no todo el mundo puede permitirse de subirse a un convertible, los boteros son ejemplo muy evidente del egoísta interés individual, como dijo Fidel en 1967. Pero no es importante lo que tienes debajo del culo, lo espectacular es lo que te rodea. Amigos. Y la calle habanera. Esta cosa que cada vez te come, te saca el alma, le da dos golletazos y te deja allí tirado en el piso como un borracho que se ha tomado una botella entera de ron de la bodega sin refresco. 58 años de sueño revolucionario han creado una realidad paralela, aislada y excepcional que plasma cada día el carácter de la gente, creando códigos, usos y normas no dichas que en dos años he podido a penas aprender, pero que se resumen en la expresión cubana, pero cubana, cubana, cubana: en la lucha. 

Bueno, y yo esta calle he tenido la oportunidad de compartirla con varia gente. Entre otros, la sonrisa infinita de Vivian y su eterno positivismo, las camisetas de Olivier, su manera de reír y su capacidad de hablarte de todo, el pragmatismo de Gretel y su altruismo, las sabiduría y alegría de Yolanda, el instinto de protección de Angela, el soul de Daymé, las risas con Oleksandr, Alice líder de innumerables fiestas, Marieta y su infinita gozadera, el cariño de Elizabeth, el eterno peregrinar de Paola, el calor humano de Angelo y Cinzia, la amistad de Alessandro y todos sus hidráulicos, la integridad de Laneydi, el talentoso Kevin, los saltos de Víctor, el bomberismo personificado llamado Michele, Julio Cesar, Geidis, y Emmanuel de la RIAM, el infinito altruismo de Emanuele, el grande futbolero japonés llamado Marin, las historias de Fanny, los Futbalseros, la sinceridad de Marianna, los consejos de Marco y Aimé, la gana de compartir de Rocio, Anna y su búsquedas, los bailes de Simone, la disponibilidad de Lídice, Lucas y su genio, los profeso de la FCOM, la profundidad de Audrey, Clémence y su realismo mágico, De Lawyer o el imprevisible Alberto, la felicidad de Lea, Giuseppe mente intrigante, el buzo Javi, las poesías de Lis, las competentes chicas del INIE, Maurizio y sus cuentos, el alma musical de Thomas, Yuli, Ray y la alegría de Paso a Paso, los djs cubanos como Jigue, Djoy, Whichy, Kike y Alex, Ricardo y sus contactos, la continua Luisa, los maratones de Alizée, el sano izquierdismo de Gabriele, la simpatía de William el doctor, Rosendo y las parrandas, la tranquilidad de Eleonora, Dalia que conoce a todo el mundo, José Juan y su abertura, las charlas de Pablo, Blandine y su moto, la elegancia de Joana, PB y sus mapas, el taxi casi siempre roto de Raydel, los puros y los cocteles de Yojaine, el amor de Claudio y Yudith, Aizel líder en la actualización, la tribuna Siboney, Marie y las pizzas, Marie y sus disfraces, todos los amigos que han venido a ver a Cuba antes la invasión norteamericana, Sandor que gana al dominó, la napocubana Matilde, los compañeros de los territorios y Yáñez, Julio y el kite, la generosidad de Myrta, la velocidad y honestidad de los discursos de Tony, y Ben simplemente increíble. Dulcis in fundo, Clara, insustituible compañera de viaje.

Esa ha sido mi Cuba, esa ha sido mi calle.



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